El Tao te king no es el único libro que escribió
Lao Tse (Tal vez 604 – 531 a. de C.)
Lao Tse, fue un pensador chino, creador del taoísmo (Norte de China, h.
ss. VI - IV a. C.).
Su importancia radica en haber redactado el libro Tao
Te King («Sobre el camino y su poder»), del que arranca la filosofía
taoísta. En ese breve tratado propuso una moral individual basada en seguir el
camino de la naturaleza (el Tao); en consecuencia, recomendó virtudes
como la sencillez y la naturalidad, censuró la ambición de poder y de riqueza y
proscribió el ejercicio de la violencia. El pensamiento de Lao Tse aconsejó
además una línea política liberal y pacifista, aconsejando a las autoridades
intervenir lo menos posible en la vida de los pueblos y no agobiarles con
impuestos y reglamentaciones.
Los fragmentos que aparecen a continuación
fueron tomados de ese magnífico libro. Creo que no debemos tomarlos como dogmas
de fe, más bien como un camino hacia la iluminación, espero que cada uno de
vosotros obtenga de ellos, algo que pueda serle productivo y provechoso.
Creo que fue un bonito hallazgo entre los miles de e-mails que se envían cada día.
En el Hua hu ching se han recopilado muchas
enseñanzas orales que el Maestro dio para que los contemplativos lograran
verdaderos avances en el Sendero que conduce hacia la Iluminación
El contenido de este libro es algo así como un mapa de
carreteras que el ser humano ordinario puede consultar cuando quiere
desplazarse con éxito por el territorio de lo divino.
En la época en la que las luchas políticas chinas se
desataron, la lectura de este libro estaba prohibida. Es
más, en el más álgido de esos momentos, se ordenó que fueran quemados todos los
ejemplares.
Si no fuera porque la tradición taoísta establece que las
enseñanzas de más trascendencia deben ser trasmitidas oralmente de maestro a
discípulo —y a veces de labio a oído— , el mundo hubiera perdido la oportunidad
de enriquecer su conciencia con la sabiduría que contienen estos textos.
Los fragmentos
que aparecen a continuación fueron tomados de ese magnífico libro.
No te dejes atrapar por superficialidades espirituales.
Cantar no es más sagrado que escuchar el murmullo del
arroyo, pasar entre tus dedos las cuentas de un rosario no es más sagrado que
respirar, vestir hábitos religiosos no es más espiritual que usar ropa de
trabajo.
Mejor encuentra satisfacción en la práctica de la virtud.
Si das de manera generosa y anónima, iluminarás tu
oscuridad interior y tu virtuosismo se convertirá en santuario que te
beneficiará a ti y a los demás.
En el terreno de los pensamientos y de las ideologías
nada es absoluto.
La mayoría de las religiones refuerzan los apegos que se
tiene a los falsos conceptos.
Si te la pasas rindiendo culto a deidades y a
instituciones religiosas como si fueran la fuente de la verdad sutil, colocarás
intermediarios entre lo divino y tú y acabarás siendo un mendigo que busca
afuera lo que abunda en el interior de su corazón.
Las técnicas contemplativas que conducen a la
inmortalidad y a la Iluminación, sólo pueden ser comprendidas por los que han
roto los lazos que los conectan con el espeso reino mundano de la dualidad y de
los dogmas.
No traces una línea entre lo que es espiritual y lo que
no lo es. Si separas tu vida espiritual de tu vida ordinaria, no estarás en el
Sendero.
La suprema verdad no puede expresarse con palabras. Por
eso, el verdadero maestro no tiene nada que decir y, simplemente, sin
preocuparse, se da a sí mismo en el servicio que presta.
Las enseñanzas del Maestro no son la medicina; son sólo
la receta. El mentor no te lleva a tu destino, sólo te da el mapa que te
servirá de guía para que lo encuentres.
Un ser integral no ambiciona iluminar a los que no son
conscientes ni pretende elevar al reino de lo divino a las personas mundanas.
Para él no existe yo y el otro; por tanto, no hay nadie a quien elevar.
No creas que alcanzarás la verdad acumulando
conocimientos. El conocimiento engendra a la duda, y la duda te hace tener
hambre de más conocimientos.
Trata de vivir de una manera holística. No exageres la
importancia del intelecto. Al contrario: integra mente, cuerpo y espíritu en
todas las cosas. Si lo haces, llegarás a ser maestro del conocimiento, en lugar
de ser víctima de los conceptos.
Si la mente, el cuerpo y el espíritu no están igualmente
desarrollados y plenamente integrados, no se alcanzará ninguna cima espiritual.
Por eso, las religiones y las ideologías extremistas no dan fruto.
De la misma manera que todo está bien en las riberas
cuando el río fluye claro y limpio por el cauce apropiado, así tu vida estará
llena de armonía si ejerces control sobre tu mente.
La conciencia total y la completa iluminación no se
alcanzan sin una disciplina y una práctica apropiadas.
Si quieres superarte, no realices prácticas y disciplinas
parciales. Del mismo modo que no se conoce al cuerpo estudiando al dedo, no se entenderá
al Universo estudiando una sola ciencia.
El ansia de iluminación y de inmortalidad no es diferente
al ansia de riquezas materiales.
No creas que porque meditas silenciosamente estás
clarificando tu mente.
La claridad de la mente no se alcanza con sólo huir del
mundo.
Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos, ayudes a
tus hermanos, seas leal con tus amigos, cuides a tu pareja con devoción,
trabajes con alegría y asumas tus responsabilidades; cuando practiques la
virtud sin exigirla primero a los demás; cuando, aunque comprendas las verdades
supremas, mantengas una forma ordinaria de proceder, entonces —y sólo entonces—
habrá claridad en tu mente y sabrás que tu forma de meditar es la correcta.
Pensar en el Sendero y hablar de él no es lo mismo que
trillarlo. ¿Acaso alguien se convierte en buen jinete porque habla de caballos?
Tu naturaleza y la naturaleza entera del Universo son la
misma cosa: indescriptibles, pero eternamente presentes.
El ego te hace creer que el mundo es vasto y las partículas
minúsculas; pero la verdad sutil es que el mundo y la partícula son lo mismo:
ni el uno es vasto ni la otra minúscula.
Es parte de la ley cósmica que lo que digas y lo que
hagas determinará lo que suceda en tu vida.
Si defiendes una idea, otro luchará contra ella. Al poco
tiempo, los dos entrarán en conflicto con un tercero y, muy pronto, toda tu
vida será parloteo y contradicción.
Cuando te des cuenta de que lo que haces a otro te lo
haces a ti mismo, habrás entendido la Gran Verdad.
Escoge alimentos, vestido y techo de acuerdo con la
naturaleza. Haz que tu trabajo y tu ocio sean la misma cosa. Realiza ejercicios
que desarrollen todo tu ser, no sólo tu cuerpo. Trata de que la música que
escuches conecte las tres esferas de tu ser.
Si tu disponibilidad de dar felicidad es limitada, tu
disponibilidad de recibirla también lo será.
Sólo cuando se sabe que el amanecer llegará se puede
descansar tranquilamente por la noche.
Todo momento es frágil.
Por hermosos que hayan sido los momentos del pasado, no
pueden conservarse; por gozosos que sean los momentos del presente, no pueden
guardarse; por deseables que sean los momentos del futuro, no pueden atraparse.
La mente, en su empeño por detener el río en un lugar,
deja pasar por alto la simple verdad del momento.
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