viernes, 5 de septiembre de 2008

REFLEXIONES

En la actualidad, una dicotomía entre 2 culturas, 2 formas de pensamiento y 2 modelos de medicina, presentan grandes rivalidades, por la hegemonía de una frente a la otra, posiblemente por el momento en que vivimos, en que todo debe ser blanco o negro, sin existir el espacio para las escalas de grises.
La medicina occidental y la medicina tradicional china, actualmente en muchos aspectos enfrentadas, en la mayoría de ocasiones por un desconocimiento mutuo, en los que los detractores de uno y otro método “luchan” por su supremacía, no hacen más que perjudicar al enfermo que pone su salud en nuestras manos con la finalidad de guarecer su cuerpo y en muchas ocasiones su alma, en lugar de anudar esfuerzos para vencer la enfermedad. Aun sigo escuchando como una ataca a la otra, muchas veces por desconocimiento, respaldándose en una simple palabra: “intrusismo”
Intrusismo de que. No tienen ambas medicinas la misma finalidad, a excepción de aquellos que solo quieren sacar beneficios personales de la enfermedad de los demás, pues entonces que sentido tiene esta discusión, creo que cada una tiene sus indicaciones y sus momentos, sin ser por ello una mejor que la otra, simplemente complementarias. La unión hace la fuerza y esto es una cosa que han visto claro en lugares como en china, donde están llegando a un nivel de complementariedad ciertamente envidiable.
Pero no es este el único problema, la sociedad en la que vivimos marca nuestras pautas de comportamiento, la prisa, el agobio, el estrés, marcan nuestra vida y nuestra salud. Cuando acudimos como enfermos al terapeuta, sólo nos interesa una cosa, que nos arreglen la dolencia y que sea pronto, a poder ser de forma inmediata. Y el médico, por su parte sobrecargado de pacientes, también piensa lo mismo: “con estos pocos minutos que tengo, le doy la pastilla y que pase el siguiente”, donde están aquellos tiempos es que el médico se sentaba con el paciente, y en muchas ocasiones una palabra amiga era el mejor de los tratamientos, para curar un alma enferma.
Y como no, llegados a este punto, hablemos del alma. Esta “entidad” que nadie sabe con certeza que es, que algunos pueden percibir energéticamente y que otros niegan su existencia. Pero que cuando está enferma, nosotros enfermamos. Porque una persona triste puede llegar a morir, pues no es el cuerpo el que está enfermo, entonces…
… que será: El alma?
Intentaré pues, con todas mis fuerzas, que ambas medicinas entrelacen sus brazos para obtener lo mejor de ambas en pro de un mundo donde las rivalidades se conviertan en alianzas, intentando con el paso de los años aumentar el conocimiento de estas y otras muchas técnicas que me mejoren como terapeuta y como no, como persona.
Saludos a todos, Tarragona 7 de septiembre de 2008

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